No puedo dejar de pensar que no...

Que no es nada más, que no siento nada especial, las mariposas en el estómago no existen y esta historia que vivimos día a día, mañana podría acabar y sin ningún problema, lo sé; es lo que quiero. ¿Entendido? Bien. Pues una vez dicho esto...

Lo tierno que puedes llegar a ser... me sorprende. Cuando estás más sincero, cuando según tú más tonterías dices, es cuando me dices frases que me desarman. Un "¿Es que no lo ves? Me gustas, no te lo puedo decir ya de más formas.", un "estoy contento, eres lo mejor que me ha pasado y estoy feliz, mañana puede acabarse, pero hoy estoy feliz", o un "sí, llámame mañana, vamos, es que si no me llamas me muero"... Consigues que me derrita y que la mujer fría, la princesa de hielo, se quede sin palabras...

Eres tan natural que contagias. Haces que parezca fácil, y seguirte sea lo normal. Haces que me apetezca seguir viéndote, y que no se me haga extraño.

Cuando lo pienso fríamente... Las cosas no deberían estar yendo así. Poniéndome en la posición más... radical, quedar todos los días, lo veo como dependencia. Implicarse, aunque sea remotamente, en el futuro del otro, lo veo como posesión. Y darnos a conocer en el entorno opuesto... Eso ya implica una relación.

Odio ir deprisa. Y ahora mismo odio las relaciones. No quiero tener ninguna, ni atarme a nadie. Si estoy con alguien es porque me apetece, y si "repito", es porque estoy a gusto, pero ahí se acaba toda la historia. No quiero estar con nadie. Y punto.

Pero hoy sólo he podido quedarme sonriendo y mirándote embobada sin saber qué contestar. Durante un rato... por un instante... has conseguido desarmarme.