Salgo a pasear a Vodka ya de noche. Caen rayos que hacen que la perra no quiera avanzar y se siente, atemorizada, a mirar en dirección a casa con la clara intención de estar pidiéndome volver. Aún así, entre mimos y estirones consigo que lleguemos al parque, en el cual tan sólo se oyen las risas lejanas de un grupo de adolescentes que gritan y se divierten, pero a los cuales no llego a ver. Por lo demás, reina un silencio que tampoco resulta tan tranquilizador: es un silencio cargado de electricidad y tensión por la tormenta que se avecina. Aunque no caen encima, puedo ver relámpagos en un círculo casi perfecto a nuestro alrededor: derecha, izquierda, delante, detrás... Aparecen por todos lados mientras se van acercando. Y está ese gato, parodia de estatuilla egipcia, tan vigilante y tan quieto bajo la luz de la farola, impasible ante nosotras.
De repente, un grito corta el silencio. Como un resorte me giro en busca de dónde proviene, y aunque resulta ser tan solo un bebé de una casa cercana, la imagen resulta inquietante, con otros dos gatos observándonos desde lo alto del muro de entrada de la casa de la que salen esos estridentes y molestos llantos. Parece una escena siniestra sacada de alguna película mala de terror. Y mientras ahí sigue el primer felino, que nos observa aún sin moverse un ápice mientras nos alejamos ya de camino a casa.
PD: Me encanta el punto de sugestión que crea el haber visto una serie de películas de suspense-terror. Me ha recordado a cuando veía de pequeña el canal Calle 13.
:)
1 comentarios:
Precisamente la autosugestion es la fuente mas frecuente del terror y resulta mucho mas terrorifica que los tipicos monstruitos con motosierra que ya no asustan a nadie...en el cine por lo menos,claro,porque veo a uno de esos por la calle y me cago encima
Besitos
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